Un ambiente hospitalario saludable no solo ha de contar con medidas higiénicas exhaustivas, seguir con unos protocolos organizativos bien estructurados ayudan también de manera más dinámica los espacios. Ejemplo de ello son las cortinas para ambientes hospitalarios, cuyos tejidos además de dar privacidad y compartimentar espacios diáfanos, protegen de posibles contagios por su constante manipulación.

Dinamizar espacios es crear un entorno más colaborativo y por eso los modelos arquitectónicos en el sector sanitario durante el pasado siglo XX han venido evolucionando como consecuencia de los grandes procesos de transformación de la medicina y de la propia sociedad, así como de los cambios tecnológicos que caracterizan la modernización funcional en los servicios de salud, como por ejemplo el uso de textiles antibacterianos que se transforman en cortinas para un entorno hospitalario más seguro.

A pesar de los diseños complejos que vemos en muchos hospitales, el crecimiento de la demanda hace que se queden pequeños por dentro muchos de estos centros sanitarios, de ahí que además de una restructuración limitada, una de las soluciones más efectivas es la división de salas amplias con cortinas para atender  a más pacientes.

Con la pandemia de la Covid-19 nos dimos cuenta que muchos hospitales se quedaban muy cortos en camas, respiradores y otro material básico de protección, de ahí que para crear más espacio para atender a pacientes que llegaban con síntomas se crearan puestos de atención divididos por cortinas. Esta sería una solución muy acertada para contemplar en próximas pandemias si se dieran, de manera que los hospitales serían centros más flexibles gracias a las cortinas divisorias.

No solo es la cortina con cualidades resistentes a la llama y su poder antibacteriano, los rieles bajo los que se sustenta este tipo de cortinas logran una gran diversidad de configuraciones. Con separaciones rectas, en ángulos o formando boxes.